El domingo nos íbamos de Interlaken y mientras desayunábamos en la
sala común zumos, bollos y batidos, hubo quien decidió ir a pedir un
café al bar. Antes de pedirlo quisieron preguntar cuanto costaba y fue
entonces cuando otra chica valenciana que trabajaba allí les dijo, en
español, que el desayuno estaba incluido, a lo que ellas respondieron rotundamente: "Noooo, para nosotras no". La chica, con cara de extrañeza, les
preguntó que si habían dormido allí y le dijeron que sí. Entonces fue
cuando la chica les dijo que todo el que duerme allí tiene el desayuno
incluido, que no hay una tarifa para dormir solo. Corrieron a
contárnoslo mientras se volvían a acordar de la parda de la chiquita
recepcionista -que sí, que muy maja pero muy parda- y nos bajamos todos a
desayunar un desayuno en condiciones tipo buffet muy rico. Ahí,
mientras seguían hablando de la chiquita, surgió la voz de la cordura y
la Señorita Maat dijo que a ella le parecía que la chica había dicho que
el desayuno era hasta las 11, nada de 11 euros. La alemanoparlante
decía, que no, que no, que había dicho 11 euros y la Señorita Maat
volvió a decir que lo mirara en el papel que la chica se lo había apuntado. De
como confirmamos que habíamos regalado un desayuno no vamos a decir más
porque se resume en que en el papel ponía "11 h.".
Dejamos
Interlaken para ir a ver unos pueblos que están en las montañas y a los
que solo se puede subir en tren. Dimos una vuelta por allí y disfrutamos
de las vistas. Realmente son pueblos de esquiadores y no tienen
demasiado que ver pero una vez que estás arriba las vistas son bastante
buenas.
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Las vistas. |
De camino a Lucerna, nuestro tercer lugar de
hospedaje, paramos en un bonito bar/restaurante en medio de un mirador
que había en la carretera de la montaña con una terraza muy rica donde
nos tomamos una cerveza al solecito, con gafas de sol y en manga corta
mientras mirábamos como un poco más arriba estaban los picos llenos de
nieve.
Fue llegar a Lucerna y estropearse el tiempo. No sé si porque las montañas paraban las nubes en Interlaken o pura coincidencia.
Lucerna
es un lugar muy bonito en el que no puedes aparcar los coches en la
calle y nuestro hotel no tenía parking así que tuvimos que buscar uno
para dejarlo todo el día y que no tuviéramos que hipotecar muchas de
nuestras pertenencias para poder pagarlo. Una vez conseguido esto nos
fuimos a comer unas fondues, unos
röstis y otros platos típicos suizos
en un restaurante con wifi donde le pedimos la contraseña al camarero al
grito de "Pasport" siendo lo más triste de todo que lo entendió. Tras
comer empezamos a visitar Lucerna pero al poco de comenzar se lió el
diluvio universal. Lejos de amedrentarnos seguimos paseando mientras nos
poníamos como una sopa. Cuando estábamos suficientemente mojados nos
volvimos al hotel y nos apalancamos en la habitación parejil hasta que
nos entró hambre y nos comimos unos fuets a bocados y otros manjares
propios de la dieta de piso de estudiantes.
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Lloviendo y de noche. Todo un lujo. |
Las
habitaciones que teníamos en ese hotel eran dos triples y una doble,
para la parejita. Las triples estaban formadas por dos camas abajo y una
superior a modo de litera que era tan grande como las otras dos juntas
por lo que estaba muy bien.
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